Como la espléndida 'Mi vida sin mí', la nueva película de Isabel Coixet es un drama intimista, contado en voz baja, sobre el peso del pasado, las heridas físicas y psicológicas, la búsqueda de la paz en un mundo hostil y sobre el inmenso poder del amor. Un buen guión, unos estupendos interpretes, una banda sonora llena de inmensas canciones (Antony and the Johnsons, Tom Waits). Entonces... ¿por qué 'La vida secreta de las palabras' no funciona? ¿por qué no llega al espectador con la misma intensidad que su anterior película, incluso como en 'Cosas que nunca te dije'?
Cuando lo tienes todo a favor para hacer una buena película, incluido medios (detrás está la productora de Almodóvar, El Deseo), y ésta no funciona, hay que achacarlo a la dirección. Coixet no ha sabido sacar partido a todo ese potencial, no ha podido transmitir al espectador -o por lo menos a mí- la intensidad emocional que pretendía contando esta historia. Yo me quedé fuera, observando desde muy lejos una historia que no me llegaba, viendo un dramón sin echar una lágrima, como el que ve una comedia y no se ríe. En definitiva, una película con mejores intenciones que resultados.
Lo mejor: Los actores, sobre todo la pareja protagonista.
Lo peor: Cuando uno escucha este diálogo (cito de memoria): 'un día empezaré a llorar y no podré parar, llenando mi habitación donde nos ahogaremos' -dice ella- 'prometo aprender a nadar' -dice él-, y no se le llenan los ojos de lágrimas, es que algo falla, en la película o en mi.
Momentazo: Las palabras dichas y no dichas entre el personaje de Tim Robbins y el de Sarah Polley mientras éste está convaleciente y ella le cuida. Lo mejor de la película.
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