
Todo ese batiburrillo de tramas e intenciones tiene un denominador común: la cursilería. Todo en esta película es relamido y afectado, empezando por el gran tema del filme, la desestructuración de una familia modelo norteamericana, amenazando la felicidad y la cordura de sus integrantes, y acabando por su plasmación en imágenes, con esos recursos formales, digitales, tan ñoños que alcanzan la categoría de kitsch.
Lo mejor: La niña protagonista, una especie de 'niña santa' versión USA, y las competiciones de deletreos, apoteosis del universo nerd.
Lo peor: La poco creíble relación entre Richard Gere y Juliette Binoche, por culpa de una de las peores interpretaciones de sus respectivas carreras.
Momentazo: La experiencia religiosa caleidoscópica de la mística niña. Delirante apoteosis kitsch.
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