martes, 24 de julio de 2007

VOLVER

'Volver' es, por ahora, la mejor película de Almodóvar en lo que va de década, muy por encima de la sobrevalorada 'Hable con ella' (2002) y la mediocre 'La mala educación' (2004). El director vuelve a terreno conocido: La Mancha de 'La flor de mi secreto' (1995), los ambientes y personajes del extrarradio de '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' (1984), las 'chicas almodóvar'..., y lo hace pisando fuerte, con la seguridad del que ya ha estado allí y conoce bien el camino.

'Volver' es un ejemplo especialmente afortunado de esa habilidad que tiene el director manchego para mezclar de forma natural y armoniosa el melodrama y la comedia, la intensidad emocional y la comicidad relajada, la tragedia más sórdida y el humor petardo y/o negro. Pero, en este caso, va aún más lejos, introduciendo un elemento fantástico, un fantasma en un contexto cotidiano, de forma admirable, (su)realista y con gran naturalidad.

Neorrealismo pop, retrato autobiográfico y antropológico, 'Volver', salvo algún desajuste de guión, es una de las cimas del arte almodovariano, capaz de sacar del espectador tantas carcajadas como lagrimones.

Lo mejor: Las actrices, todas fantásticas (mención especial para una fabulosa Blanca Portillo); la perfecta mezcla entre drama y comedia, entre realidad y fantasía; el poderoso sentido visual de Almodóvar, siempre intacto; y la magnífica música de Alberto Iglesias.

Lo peor: El desdibujado personaje del marido de Raimunda, tan mal perfilado que parece mentira que sea de Almodóvar. Caer en el manoseado tópico de ponerle bebiendo cerveza mientras ve fútbol por la tele para indicar lo machista y mala persona que es, demuestra hasta que punto está trabajado el personaje.

Momentazos
1. El reencuentro, debajo de la cama, entre la madre muerta (Carmen Maura) y la hija más 'descastada' (Penélope Cruz). Alto voltaje emocional.

2. El plano cenital durante el entierro, donde las plañideras rodean a Sole como cucarachas, así como los que abren y cierran la película: el travelling en el cementerio mientras las mujetes limpian las tumbas y el plano fijo de la puerta cubierta con un grueso cortinaje que no deja pasar la luz cegadora de La Mancha.

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