Dentro del cine español, entre las películas de autores consagrados (Almodóvar, Medem, Amenabar...) y el resto (las comedias que copian al primer Almodóvar, las de miedo que intentan seguir los éxitos de Amenabar, los dramas con Guerra Civil al fondo de la 'vieja guardia'...) se encuentran películas, muchas de ellas hechas por debutantes, que escapan un poco a esta previsible catalogación. 'Mamá es boba', 'Krampack', 'Nómadas' y, ahora, 'Torremolinos 73'.
La primera película de Pablo Berger no es ninguna maravilla, pero dentro del adocenado cine español, sus valores se multiplican. Esta especie de 'Boogie Nights' cañí merece la pena por: 1) sus muy conseguidas pretensiones estéticas, 2) sus dos estupendos intérpretes, 3) su atractiva historia que permite al director retratar una época llena de inocencia y candor pero también cruel, puritana y grisácea.
Lo mejor de la peli
1. La ambientación: tanto la caracterización de los personajes como las localizaciones son perfectas, así como la textura conseguida en la fotografía, apagada y sin brillo, llena de expresividad y simbolismo.
2. Los dos actores: un Javier Cámara genial como gris vendedor de enciclopedias que descubre su pasión por el cine después de ver una película de Bergman. Y una Candela Peña maravillosa como tierna e inocente maruja que lo único que desea es tener niños a los que cuidar.
Lo peor de la peli
El bajón que pega el filme pasada la primera hora. Toda la parte del rodaje de la película casera en el pueblo de Torremolinos se hace algo larga y resulta menos interesante y divertida que toda la primera parte, donde cuentan cómo esta pareja acaba haciendo porno casero con destino a la liberal Dinamarca.
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