Lo que mejor hace Robert Altman es utilizar los géneros clásicos para: desmitificarlos, servir de excusa para contar otra cosa, darlos la vuelta. En este caso el viejo Robert se sirve de las películas de misterio, las whodunit (¿quién lo hizo?), esos cluedos tan ingleses donde el asesino siempre es el mayordomo, para contarnos otras cosas que le interesan más.
El director, por medio de unos espléndidos actores, nos habla del amor (y el desamor), la hipocresía (el juego de las apariencias), el rencor (entre familiares), la lucha de clases (atención al detalle de llamar a los sirvientes como sus amos), el choque cultural (entre el modo de vida tradicional británico y el espíritu pragmático norteamericano). Todo ello expuesto como si de un pieza musical se tratara, donde todo encaja y transcurre con fluidez.
Lo mejor de la peli
1.. La fluidez con la que está narrada. Es de esas pelis en que te quedas embobado viendo como transcurren las secuencias llenas de actores, muchos y muy buenos, y todo funciona a la perfección.
2. Conseguir hacer una peli aparentemente de género, de misterio, que esconde mucho más que un simple divertimento al estilo de Agatha Christie. La lucha de clases, las falsas apariencias, los sentimientos reprimidos, el choque entre dos modos de vida, el amor... de todo eso habla esta joya de orfebrería.
Lo peor de la peli
1. Con tantos personajes, si no te quedas con los nombres, puedes acabar perdiéndote un poco. Así que pon atención.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario