miércoles, 2 de abril de 2008

SEÑALES

Nada más salir de ver “Señales”, y habiendo disfrutado las anteriores películas de Shyamalan, una pregunta te asalta rápidamente: ¿por qué el Jacques Tourneur del siglo XXI, que hace de la sugerencia su marca de estilo, ha llenado su última película de sustos facilones como si de una cinta de terror teen se tratara? La respuesta puede estar en el relativo fracaso en taquilla de “El protegido” y en la necesidad por parte del director de mantener el crédito ganado con “El sexto sentido”.

“Señales” es, sin duda, el filme más descaradamente comercial de la carrera de Shyamalan. Bastan dos ejemplos: 1) la elección de la estrella protagonista, que eleva a Bruce Willis a la categoría de maestro de la interpretación, y 2) ese innecesario flash back final donde nos recuerda, como si tuviéramos amnesia, que el alien que se ha quedado en La Tierra es el que perdió varios dedos a manos de Mel Gibson.

Con un guión inverosímil -¿qué hacen unos alienígenas que no soportan el agua intentado conquistar un planeta donde el 70% es líquido?- y un afán de trascendencia algo chusco, lo único que salva la película es un brillante comienzo, que consigue atraparte para poco después soltarte, y unos golpes de humor muy conseguidos.

Lo mejor de la peli
1. Contra todo pronóstico, su sentido del humor.

2. El toque Shyamalan. A pesar de estar en baja forma, el maestro actual de la sugerencia sigue rodando escenas, como la del maizal, capaces de ponerte los pelos de punta sin apenas enseñar nada.

Lo peor de la peli
1. Mel Gibson. Qué se puede decir de un actor que en los momentos de mayor intensidad dramática su rostro refleja un serio problema de estreñimiento. Su interpretación en esas escenas es algo así como el “no siento las piernas” de Stallone.

2. La falta de originalidad en el diseño de los marcianos. Si has visto la peli sabes de que hablo, si no, habiendo visto “Encuentros en la 3ª fase”, “Misión a Marte” o algún capítulo de “Expediente X, te los puedes imaginar. Con lo fácil y efectivo que hubiera sido no enseñarlos...

Momentazos
1. La escena del maizal. Da tanto miedo como es capaz de conseguir el autor de “El sexto sentido”.

2. El momento gorros de papel de aluminio para evitar que los aliens lean tu mente. Divertidísimo.

OT, LA PELÍCULA

No nos llevemos a engaño por el prestigio de los directores de la película, sobre todo de Balagueró, o la frase que publicita el filme: “olvida todo lo que has visto”. “O T la película” no es un documental que explore el fenómeno mediático que ha supuesto este concurso, ni enseña algo “diferente” de lo que sus miles de fans ya sabían, ni siquiera nos enteraremos si Chenoa está o estuvo liada con Bisbal. Nada de eso. “O T la película” es, además de una descarada operación de marketing, un publireportaje donde no cabe ni la ironía ni la crítica, confeccionado para satisfacer a sus miles de fans y vender muuuchas entradas y, pasados unos meses, muuuchos dvds.

Aunque hay que reconocer, al igual que pasaba con el programa, que el producto está bien hecho y que seguro dejará satisfecho a su poco exigente público. Los demás, so pena de soportar a todo un patio de butacas tarareando las canciones durante hora y media, abstenerse.

Lo mejor de la película
1. El montaje. A pesar de las limitaciones del producto, y siendo muy generosos, se nota cierta inventiva y mucho sentido del ritmo en la edición del filme.

2. El momento final en el que, entre sollozos histéricos y ataques de nervios, salen las fans al escenario y cantan aquello de “a tu lado me siento seguro...” Todo un regalo emocional para los más fanáticos.

Lo peor de la película
Lo previsible que resulta todo: fragmentos de actuaciones, entrevistas, imágenes en el autobús que les lleva de gira, nervios en el backstage, fans pidiendo autógrafos en pleno ataque de histeria...

Momentazos
Oír decir a Bustamante “yo soy una persona a la que le cuesta mucho llorar”. El único toque de ironía que se permite la película.

MINORITY REPORT

A estas alturas de su carrera ya nadie duda que Spielberg es un pedazo de director, uno de esos animales cinematográficos que se convertirán –si no lo es ya- en un clásico del cine. Pero también es cierto que a su prodigiosa capacidad para contar historias por medio de imágenes va unida una toque ñoño que perjudica, en mayor (“Inteligencia Artificial”) o menor (“Tiburón”) medida, su admirable filmografía.

Esta película no escapa a esta regla. “Minority report” es una excelente película de ciencia-ficción, de acción y reflexión, cuyos meritos son lastrados por ese temible toque sensiblero que siempre acompaña al director de ET.

Lo mejor de la peli
El diseño de producción. Posiblemente la mejor ambientación futurista desde “Blade Runner”. Posee la virtud de ofrecer una visión del futuro muy creíble y cercana, como una consecuencia lógica del presente, de un proceso natural que está a la vuelta de la esquina.

Lo peor de la peli
1. El final. Excesivamente largo. En general a la película le sobra metraje, una media hora de esos excesivos 144 minutos de duración. Y es que hay la falsa creencia de que un filme de gran presupuesto debe ser también grande en metraje. Algo falso, sobre todo en el género fantástico, ahí están las series b para demostrarlo, ya se que corre el riesgo de fatigar al espectador (“El señor de los anillos") o directamente aburrirle (“El ataque de los clones”).

2. El sempiterno toque Spielberg. O lo que es lo mismo, como convertir todo lo que toca, además de en oro, en chorreante almíbar.

Momentazos
Toda la secuencia en el apartamento del traficante de ojos. Llena de acción, tensión y mal rollo. Muy buena.

IRREVERSIBLE

Viendo “Irreversible” no puedo dejar de acordarme del penúltimo escándalo venido de Francia, “Fóllame”. Las dos juegan a lo mismo: provocar al espectador salpicándole la cara con semen y sangre, para después lavarse las chorreantes manos en el pozo, feminista o nihilista, de la coartada intelectual. Y no es que critique la violencia y el sexo explícitos en el cine, lo que si me parece reprochable de “Irreversible” es su falta de sinceridad (debajo de tanto estilo no hay otra cosa que una simple exploit con vengadores justicieros), su discurso moralista (como te drogues y seas infiel a tu novia la van a violar y dejar en coma) y su desesperado afán por llamar la atención de la forma más facilona posible.

Eso sí, a diferencia de la chapucera “Follamé”, la película de Gaspar Noé tiene, aparte de unos actores capaces de hacer algo más que enseñar el culo, varios momentos estética y técnicamente muy conseguidos.

Lo mejor de la peli
1. Mónica Bellucci. A diferencia de Cassel, su interpretación despierta, además de la libido en la fiesta y la compasión cuando es violada, esperanzas sobre su hasta ahora incierto futuro como actriz.

2. Como está contada. A pesar de que a simple vista pueda parecer mera afectación, lo cierto es que el hecho de empezar por el final, de ver las consecuencias antes que los actos, consigue impactar de forma poderosa en el espectador.

Lo peor de la peli
1. Su discurso reaccionario. La ecuación moralista: drogas + infidelidad = novia violada, desfigurada y en coma. ¿Solución? la venganza más descarnada, ¿dónde? en un club gay, ¿violador? uno con pinta de extranjero, ¿cómplice? una prostituta.

2. Vincent Cassel. Ya cansa un poco ver a este actor francés haciendo siempre de lo mismo, de joven impulsivo a punto de partir la cara a alguien (“El odio”, “Los ríos de color púrpura”...).

Momentazos
1. La secuencia de la violación. Agresión física, verbal y psicológica, filmada en tiempo real, con la posterior desfiguración del rostro de la víctima. A pesar de todo, ni esta ni la venganza posterior superan el momento en el que, al fondo y desenfocado, aparece alguien en el túnel donde se está consumando la violación y... se da la vuelta sin hacer nada para evitarlo. Desolador.

2. El gran momento de la película es toda la secuencia que se desarrolla en el club gay Rectum. Rodada con una cámara en perpetuo desequilibrio, en un escenario sórdido y abyecto, el largo plano secuencia culmina con una de las escenas más brutales vistas en una sala de cine por quien esto escribe.

800 BALAS

Da igual que sea en el espacio, en el mundo del espectáculo humorístico o en un Madrid acosado por fuerzas diabólicas, los protagonistas del cine Alex de la Iglesia son siempre los mismos: perdedores y marginados sociales luchando contra una sociedad que no les acepta. En este caso, los trabajadores de Texas-Hollywood, esa fábrica de sueños fantasma y cañí, son los protagonistas de esta tragicomedia con aires de western. Llena de acción, momentos y diálogos divertidísimos y unas cuantas gotas de romanticismo amargo, “800 balas” es una nueva muestra del talento para hacer cine comercial de calidad de ese osito del norte llamado Alex de la Iglesia.

Lo mejor de la peli
1. Sancho Gracia. Perfecto en su papel de perdedor alcoholizado viviendo en un mundo de recuerdos que saca toda su dignidad y nobleza cuando las circunstancias lo requieren. Al igual que con Carmen Maura en “La comunidad”, su interpretación huele a Goya.

2. La música. Mezcla de forma afortunada la música orquestal de reminiscencias épicas con canciones que reinterpretan o se inspiran en clásicos de Morricone y demás músicos del spaghetti western.

Lo peor de la peli.
Como pasaba en “La comunidad”, con ese final-en-edificio-emblemático tan de “El día de la bestia”, algunos recursos y temas resultan algo repetitivos. Sobre en lo que se refiere a las concesiones a su “publico”, como paralelismos facilones tipo especialistas-okupas enfrentados a la policía y a los especuladores.

Momentazos
Tiene todo los momentos indispensables en una película de vaqueros: una persecución en diligencia, una juerga en el saloon, unos indios acosando un fuerte y un duelo final. Ah, atención al guiño con el que finaliza la peli.