'El último samurái' tiene las mismas virtudes y defectos que la mayoría la películas pertenecientes a eso que se ha dado en llamar 'cine épico hollywoodiense'. Al igual que en 'Braveheart', 'Leyendas de pasión' y sobre todo 'Bailando con lobos', con la que tiene muchos puntos de contacto (sólo hay que sustituir indios por samuráis), la última película para el lucimiento de Tom Cruise es tan espectacular como insustancial, tan deslumbrante como superficial y tan trepidante como anodina. Pero es verdad que no engaña a nadie, y si sabes a lo que vas podrás disfrutar de un bonito entretenimiento.
Lo mejor de la película
Su cuidadísima ambientación, mezcla de imponentes decorados, detallista vestuario y una virtuosa recreación digital del Japón de 1870; la fotografía, de una belleza de postal turística; y la espléndida y apabullante banda sonora a cargo del especialista Hans Zimmer.
Lo peor de la película
Todos los tópicos de este tipo de películas: los subrayados, las tomas lentas pretendidamente emocionantes, los sentenciosos y rimbombantes diálogos, el cursi concepto del amor... todos los detalles que contribuyen a crear esa incómoda sensación de déjà vu, de que ya nos han contado la misma historia pero con otros protagonistas.
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