martes, 26 de febrero de 2008
LAS MUÑECAS RUSAS
Han pasado cinco años. Los protagonistas de 'Una casa de locos' rondan la treintena. Buscan lo mismo: su lugar en el mundo y, sobre todo, amor; pero su cara es más triste, sus sueños no se han hecho realidad y la sombra del fracaso es cada vez más alargada. Están en plena crisis de los 30.
Como la primera parte, 'Las muñecas rusas' sigue siendo una comedia, pero ahora es más amarga, más adulta. Xavier, como si de un personaje de Woody Allen o Truffaut se tratara, cobra mayor protagonismo: es la viva imagen del treintañero desorientado, perdido, desilusionado.
Lo que no ha cambiado es lo irregular de la propuesta: una combinación arrítmica entre divertidos gags, agudas reflexiones e, incluso, momentos emocionantes, junto a otros sin gracia, superficiales y, en muchos momentos, realmente aburridos.
Lo mejor de la película: Su ambición narrativa. La película está llena de originales y efectivos recursos estilísticos, de continuos saltos en el espacio y el tiempo, que funcionan muy bien, dotando a la película de agilidad, frescura y expresividad.
Lo peor de la película: Sus carencias dramáticas. La película no consigue en ningún momento transmitir la desorientación vital del protagonista (que acaba resultando bastante pesado) así como la emoción de la(s) historia(s) de amor que protagoniza.
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