'No hemos vislumbrado nada que ya hayamos visto antes. ¿Entiendes lo que quiero decirte? No hemos pasado por ningún maldito lugar que conozcamos, por nada que nos parezca familiar'.
Esta frase de 'Gerry' ilustra a la perfección lo que Gus van Sant pretende con esta película: salvo que estés habituado a cierto cine europeo (Bela Tarr, Tarkovsky, Sokurov) o asiático (Tsai Ming Liang) nada de lo que has visto antes en una pantalla te va a ayudar a ver 'Gerry', estarás tan incomodo, perdido y angustiado como los protagonistas de la película.
Muchos renunciarán antes de tiempo y buscarán la salida rápida (la de emergencias de la sala), otros resistirán y obtendrán la debida recompensa: la de acompañar a los dos protagonistas por un viaje (exterior e interior) de gran belleza plástica, de turbador lirismo, lleno de ambigüedad y angustia vital. Tu propia travesía del desierto cinematográfica.
Lo mejor de la película
Su arriesgada propuesta, alejada de toda comercialidad y modelos narrativos al uso. La habilidad de Van Sant para la poesía visual.
Lo peor de la película
Que, a diferencia de la más conseguida 'Elephant', en ocasiones esa radicalidad roza la pretenciosidad y la afectación.
Momentazo
La secuencia donde caminan al amanecer por un desierto que se asemeja a un lago helado. Mágica e hipnótica.
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