Al igual que pasaba en 'El caso Bourne', esta segunda parte es un notable ejemplo de película de acción inteligente, de elaborado entretenimiento que no cae en el infantilismo ni en la autocomplaciente (sobre)acumulación de efectos especiales. Con un guión de claras influencias hitchcockianas, con sus famosos 'falsos culpables', las andanzas del desmemoriado Jason Bourne se siguen con interés y agrado, aunque se olviden tan rápido como la frágil memoria del agente Bourne.
Lo mejor de la película
Su vocación realista. A pesar de ser un filme made in Hollywood, pensado para ganar mucho dinero, el guión no cae en el detalle inverosímil ni los viajes de Bourne por media Europa en la postal turística.
Lo peor de la película
Contra todo pronóstico la persecución de coches por las calles de Moscú. La secuencia que se convirtió en seña de identidad de la primera parte aquí naufraga por lo mal montada que está. La acumulación de planos rodados cámara en mano acaba confundiendo al espectador, que no ve nada, restándole parte de la emoción que la secuencia pretendía.
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