
Deliberadamente ambigua, 'Reencarnación' es de esas películas que dan para hablar horas y horas después de verla. De ella se pueden hacer varias interpretaciones, desde la más realista a la más fantástica, de la más prosaica a la más poética. Las admite todas.
Esa riqueza argumental está amplificada por la excelente labor de sus interpretes (atención a los primeros planos de Nicole Kidman), del director de fotografía (que llena la película de mortuorios claroscuros) y del realizador Jonathan Glazer, que imprime a la historia un ritmo pausado y cadencioso, a través de unos elegantes movimientos de cámara y una visión melancólica y fúnebre de la invernal ciudad de Nueva York. Por como ha sido recibida, estamos ante una incomprendida obra maestra.
Lo mejor: Que con un argumento que parece una segunda parte de 'Ghost' hayan conseguido hacer esta romántica, melancólica y conmovedora historia de amor metafísico.
Lo peor: La incomprensión con la que está siendo recibida.
Momentazo: El final de la película. Triste, intenso y que da lugar a muchas interpretaciones.
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